VESUBIO III
El viernes 13 de diciembre acudí de nuevo a los Juzgados de Comodoro Py 2002, acompañado de compañeros/as de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para asistir a una vista oral de la causa Vesubio.
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ACREDITACIÓN |
¿Qué fue el Vesubio?
El Vesubio fue un centro clandestino de detención, tortura y exterminio que funcionó desde finales de 1975 hasta 1978, durante la última dictadura cívico-militar que sufrió la Argentina (1976-1983), ubicado en la Ciudad Evita, en el Partido la Matanza (Gran Buenos Aires), convertido hoy en un monumento llamado “30 Mil Mundos” en conmemoración a detenidos-desaparecidos del ex Centro Clandestino. Fue demolido entonces por la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que pretendía indagar en las denuncias que pesaban sobre el Gobierno Militar de la Argentina por presuntas violaciones de los Derechos Humanos.
Conformación de la Vista oral
La vista a que acudimos corresponde a la tercera causa que se está juzgando en relación con el ex centro clandestino Vesubio. Son juzgados los siguientes imputados:
- Hugo Roberto Rodríguez: oficial adjunto.
- Eduardo David Lugo: ayudante principal.
- Milcíades Luis Loza: ayudante de 5º
- Olegario Domínguez: ayudante de 5º
- Roberto Horacio Aguirre: subayudante
- Florencio Gocenski: subayudante
- Serapio Eduardo del Río: ex teniente primero (apartado del juicio por motivos de salud).
- Óscar Alberto Pirchio: ex cabo (fallecido recientemente)
El tribunal a cargo del juicio es el Oral y Federal Nº4, integrado por:
- Gabriela López Íñiguez: presidenta del tribunal
- Néstor Costabel: magistrado
- Daniel Obligado: magistrado
El Fiscal es el Dr. Alejandro Alagia
Aquí se juzga el homicidio de 50 personas y la privación ilegítima de la libertad y aplicación de torturas a otras 370.
Testigos
El juicio se encuentra en estos momentos en la fase de la declaración de testigos aportados por parte de la fiscalia, como prueba en la causa Vesubio III.
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PANCARTAS EN LA SALA |
Las personas que declararon, unas con más o menos detalle, relataron a la Sala sus vivencias durante ese período de tiempo que se mantuvo en funcionamiento el ex centro clandestino Vesubio. Se trata de testigos relacionados con ese centro de una manera directa, o porque quienes ejecutaron a sus familiares trabajaban para el mismo. Sus relatos son verdaderamente estremecedores. Los que declararon eran jóvenes en el momento de los hechos, de apenas 20 años de edad, que fueron víctimas por el mero hecho de empatizar con el peronismo o encontrarse en sus organizaciones de juventudes, o en sindicatos a favor de la corriente peronista.
Cada una de estas personas declaró lo más serenamente posible; en ningún momento perdieron los nervios. Oír en directo esas voces resulta más desgarrador que escucharlas en vídeos de Youtube o por la visita a estos ex centros clandestinos de detención, tortura y exterminio. Se aprecia mucho mejor en la proximidad de la sala de vistas la valentía de relatar sus experiencias o de familiares suyos que padecieron la represión.
Por las declaraciones oídas, había mínimo dos objetivos claros de las Juntas Militares que se ostentaban el poder, que fue, entre otros:
1. Ir a por los jóvenes, dado que, por sus organizaciones y edad, les podrían causar graves problemas durante la dictadura.
2. Destruir a las familias, provocar la retención ilegal, sin justificación jurídica alguna, mantener a las víctimas en cautiverio y bajo tortura, o llegar a asesinarlas. Todo ello, para causar miedo y una fractura en las familias, dado que estas muertes o detenciones injustificadas provocaban un daño psicológico y físico agotador y desesperado para sus familiares.
Me abrumó escuchar esas voces en directo, esos testimonios, cada palabra de cada una de ellos, cada detalle que recordaban, cada olor, cada nombre o apodo que recordaban; rememorar a aquellos que ya no están; que por el simple hecho de como hablaban los carceleros entendían que eran militares de bajo rango, como así son los imputados por esta causa Vesubio III.
También hay que destacar la extraordinaria calidez y profesionalidad con la que la presidenta del tribunal trataba a los testigos; puede parecer sorprendente en la Argentina, ya que muchos jueces/zas se encuentran en un sistema corruptivo político/judicial que pone graves dificultades a la imparcialidad de los tribunales.
Es de valorar, y cabe proporcionar toda la ayuda posible a estos testigos, supervivientes y familiares de la víctimas, que más padecieron durante la última dictadura cívico- militar de la Argentina. Es de admirar también el esfuerzo que, con más o menos memoria, hacen hasta rozar lo inhumano, para que el recuerdo de los que ya no están perdure y para que jamás se olvide lo que aquí, en la Argentina, sucedió.
NUNCA MÁS.
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